Un análisis en profundidad para ayudar establecer estrategias comerciales en la presente campaña vitivinícola
Con producciones medias-bajas, existencias ligeramente inferiores a lo normal y un nivel de disponibilidades que podrían ser también inferiores a la media, no existen razones objetivas para que el mercado se resienta
Todos los años, cuando se va acercando la época de vendimia, parece que intencionadamente o no (nunca lo sabremos), se quiere llevar el foco de atención a lo que se cree que verdaderamente importa en el sector vitivinícola; y la pregunta recurrente, como si de un mantra se tratara, se va repitiendo en todas las conversaciones y foros del sector: “¿a cuánto se van a pagar este año las uvas?”.
La prensa “especializada” se hace eco de rumores vertidos por ciertos operadores, que los airean con el fin de crear una artificial preocupación y expectación… hasta que, “por arte de magia” y surgiendo no se sabe muy bien ni cómo ni de dónde, alguien saca de una chistera imaginaria un precio, el cual no tarda en difundirse como un “reguero de pólvora”. Es entonces, cuando cada cual empieza a hacer sus cábalas y sus propias cuentas, en base a lo que otros ya han “cocinado” a su gusto.
Esta es, en resumidas cuentas y de forma muy simplificada, la situación que se viene repitiendo año tras año al inicio de campaña en prácticamente todas las regiones vitivinícolas de España, siendo ejemplo paradigmático Castilla-La Mancha. Es a esta fórmula a la que muchos viticultores y bodegas atienden a la hora de establecer una “estrategia”, que más que estrategia es la reproducción de una película, cuyo guión ya han escrito otros por ellos.
El precio de la uva, en la región vitivinícola más extensa del mundo, lo fijan los compradores de uva que suponen entre el 15-20% de la que se recolecta cada año, mientras que el 80-85% restante, entre bodegas-cooperativas y bodegas con viñedo propio se dejan “comer la tostada” al no tener notoriedad ni dimensión suficiente para competir, y al hacer cada uno “la guerra por su cuenta”.
Un mercado global
El mercado vitivinícola, desde luego, es mucho más complejo que lo descrito anteriormente, y la toma de decisiones requiere el estudio de numerosos factores, la mayoría de ellos objetivos; y así, cada campaña requiere actuar de manera diferente, dependiendo de lo que acontece en todos los rincones del mundo donde se produce y se consume vino y productos vitivinícolas, porque sin lugar a dudas y queramos o no, el mercado del vino se ha globalizado.
Saber que actualmente se consumen en el mundo 245 millones de hectolitros de vino con tendencia ligeramente al alza, es un dato que todo operador debería tener en cuenta. Y que de esos 245 millones de hectolitros consumidos, algo más de 100 millones (el 41,5%) se exportan, lo que supone otra tendencia alcista a considerar, indicando que cada vez se consume más vino donde no se produce; y que aproximadamente 4 de cada 10 litros que se exportan, se realiza “a granel”, envasándose en destino y siendo ésta una opción muy a tener en cuenta a la hora de optimizar costes en el transporte.
También es algo que se repite todos los años y que para muchos pasa desapercibido, el hecho de que hay vendimias en torno a las mismas fechas en ambos hemisferios; y la producción global de vino se reparte aproximadamente, en 200 millones de hectolitros en el hemisferio norte (165 millones de la UE, 20-22 millones de USA, y 15 millones del resto), y 50 millones de hectolitros en el hemisferio sur (Argentina (12) + 5 de mosto, Australia (11,5), Chile (11), Sudáfrica (10), Nueva Zelanda (2), más otros 3 del resto de países australes), circunstancia que los operadores del sector deberían considerar al contrastar las previsiones de cosecha, no sólo en su región o país, sino en el resto de países productores a nivel mundial.
Por otro lado, no debemos olvidar que otro factor importantísimo que ayuda a la toma de decisiones en el mercado del vino a inicios de cada vendimia, son las existencias iniciales con las que se arranca el nuevo ejercicio; existencias que son muy necesarias para abastecer el período que va desde el inicio de la vendimia hasta que los vinos nuevos son comercializables. En la Unión Europea, y sobre todo en España, siendo Castilla-La Mancha el mejor ejemplo, tras los tres años de arranque de viñedo en el período 2009-2011 (afectando a 165.000 has de viñedo de los tres principales países productores mundiales: Francia, Italia y España), se ha paliado la generación de unos excedentes estructurales que ascendían por campaña en toda la Unión a unos 10-11 millones de hectolitros de vino, que cada año lastraba el mercado con precios a la baja, y que la destilación de dicho sobrante se encargaba en cierta medida de equilibrar cada año.
Todos estos datos y factores, junto a otros como: la crisis financiera y económica mundial con una tendencia clara a la reducción de operadores, el encarecimiento de los inputs de explotación y fabricación, y la concentración de las cadenas de gran distribución de alimentos en todo el mundo; pueden proporcionar claves muy interesantes para conformar la estrategia a corto, medio y largo plazo de cualquier bodega que pretenda adaptarse a un mercado vitivinícola que no puede controlar, pero sí averiguar su evolución y tendencias, para así tomar decisiones que permitan afrontar el futuro con mayor esperanza y probabilidad de éxito.
A pesar de disponer de elementos y datos objetivos, como los que hemos expuesto, el mercado del vino sigue siendo extremadamente complejo, ya que en ocasiones, como sucedió en la pasada campaña, existe un componente subjetivo que influye en las sensaciones de mercado, cambiando interesadamente su tendencia. Así, las escasísimas disponibilidades de vino a inicios de la pasada campaña en Castilla-La Mancha, coincidieron también con mínimas disponibilidades en España y producciones en la UE, con 20 millones de hectólitros menos que en las dos campañas europeas anteriores; por lo que la oferta y la demanda, desde inicios de campaña, habían provocado la subida de los precios en origen ante la escasez de producto para abastecer el mercado vitivinícola mundial. Fue entonces cuando operadores y agentes intermedios, empezaron a manipular y distorsionar la realidad a base de rumores y opiniones, creando una “psicosis” de sobreproducción para la siguiente vendimia, que ante operadores que no están bien informados y desorganizados, provocaron reacciones histéricas desplomando los precios.
Algunas claves al inicio de Vendimia
Ante el inicio de una nueva campaña vitivinícola, me gustaría realizar algunas reflexiones a partir de datos estadísticos que existen en la actualidad sobre el sector vitivinícola, por si sirvieran a la hora de entresacar algunas claves que pudieran servir de ayuda para afrontar el mercado vitivinícola de la próxima campaña.
La superficie de viñedo en producción, es la que determina realmente el volumen de producto que finalmente se obtendría en la presente campaña. En España y Castilla-La Mancha, según datos oficiales del Ministerio, (sin contar el viñedo abandonado o que está en primer o segundo año de plantación) las cifras ascienden a 852.143 has y 426.872 has, respectivamente. Por tanto, si le asignáramos el mayor rendimiento histórico que se dio en la campaña 2003/04, y que en España ascendió a 50 hectolitros por hectárea y en Castilla-La Mancha a 54, se podrían alcanzar los 42,5 millones de hectolitros de vino y mosto en España, de los que 22’8 los aportaría Castilla-La Mancha, con el potencial productivo disponible. Estas cifras conformarían una cosecha ligeramente más alta de la media de las últimas 8 campañas anteriores, tanto en España como en Castilla-La Mancha (con 41,5 y 21,5 millones de hectolitros, respectivamente).
Producción europea 2013: campaña media-baja
Estas cifras productivas en España, serían muy parecidas a las estimaciones de cosecha que se hacen para Francia e Italia, con 44 millones de hectolitros cada uno, por lo que los tres principales países productores europeos superarían mínimamente los 130 millones de hectolitros, lo cual se traduciría en una producción europea de unos 165 millones de hectolitros de vino y mosto para la presente campaña, resultando una cosecha media-baja, tras los tres años de arranque referidos, respecto a una producción media de los últimos cinco años, cercana a los 170 millones de hectolitros.
Sobre las existencias mundiales de vino a inicios de la pasada campaña, hemos de recordar que según informe de Rabobank con datos de la OIV publicados en octubre de 2012, se partían del nivel más bajo de la última década, indicando que el sector se encontraba entonces cercano al equilibrio entre la oferta y la demanda, a nivel mundial. Pues bien, tras el paso de prácticamente un año, sin que haya habido noticias de bajada de consumo a nivel mundial, aunque las exportaciones en 2013 puedan haber bajado ligeramente, las existencias puede que sean ligeramente más altas que las del año anterior, que fueron, como se dice en el informe las más bajas de los últimos diez años.
Producción mundial 2013: campaña media-baja
Por tanto, a nivel mundial, con producciones medias-bajas y existencias ligeramente inferiores a lo normal al inicio de la vendimia en el hemisferio norte, se configura un nivel de disponibilidades que podrían ser también inferiores a la media, por lo que estando asegurado el abastecimiento mundial de mercado de vino, no existen razones objetivas para que el mercado se resienta; y por tanto, se debería operar de forma tranquila y con normalidad a lo largo de toda la campaña.
Es muy probable, que al recuperar una cosecha normal en España, con 43-42 millones de hectolitros (de los cuales 5 se harían de mosto), y unas existencias al inicio muy similares al año anterior con 29 millones de hectolitros, las disponibilidades totales estarían en unos 67 millones de hectolitros (cuando la cifra media habitual de las cinco anteriores campañas alcanzaban los 70-71 millones de hectolitros); números que podrían perfectamente cubrir las necesidades del mercado interior (entre consumo directo y otros usos) superando los 11 millones de hectolitros, que permitirían recuperar los 21 millones de hectolitros de exportación, cifra que ya alcanzamos en las dos anteriores campañas a la pasada 2012/13, y que permitirían abastecer el mercado de alcoholes vínicos y el de usos industriales, recuperando los 4,5-5 millones de hectolitros que podría necesitar esta industria tradicional cada año, llegando previsiblemente a final de la presente campaña con prácticamente las mismas existencias de partida que en esta vendimia.
Una última reflexión
En efecto, tras el análisis realizado y un vaticinio de campaña tranquila, recuperando los mejores niveles de exportación y equilibrio de mercado, cabría realizar una reflexión pausada de cómo acometer el futuro a medio y largo plazo; en un mercado que puede, y de hecho lo hará (no nos cabe la menor duda), generar de nuevo excedentes y cambiar la tendencia de las cotizaciones.
Ante un consumo interno estable o a la baja sin que se incorporen nuevos consumidores, el futuro está lejos de nuestras fronteras como venimos analizando, por lo que bien harían las bodegas-cooperativas, que en Castilla-La Mancha suponen casi el 75% de la producción vitivinícola, y a nivel nacional representan más del 70%, aumentar su dimensión y mejorar sus estructuras comercializadoras negociando sus abultados volúmenes en unas pocas manos, y utilizando mejor los argumentos de venta ante los actuales y futuros clientes, más allá que únicamente el precio; como podrían ser: la optimización de costes (vía economías de escala, mediante cualquier tipo de inter-cooperación), la calidad tanto de producto como de servicio al cliente, la marca-imagen, la capacidad de suministro estable en cantidad, calidad y precio asequible, etc.
Queda por tanto, seguir invirtiendo en capacidad de comercialización, sobre todo internacional, para así conseguir afianzar la posición en los mercados, permitiendo mantener márgenes de precio, e imagen (aunque sea de país, “España”), cuando las cosechas corrijan la actual escasez de producto. La nueva PAC en el sector vitivinícola, puede que ponga a disposición de las bodegas herramientas que faciliten mayores ayudas para invertir en comercialización y en la mejora estructural, para así lograr la ansiada estabilidad de costes y mejor posicionamiento en los mercados. ¿Serán capaces de afrontar este reto? Desde luego, al menos, deberían intentarlo… pues de ello depende gran parte del futuro de las bodegas-cooperativas y de las familias de sus socios viticultores, y no de los precios de la uva “que se imponen” en cada campaña…
Bienvenido Amorós Ortiz-Villajos, Técnico Sectorial Vitivinícola Cooperativas Agro-alimentarias C-La Mancha